viernes, 2 de marzo de 2012

Con cariño

En el trabajo, se me ha recomendado encarecidamente leer un artículo titulado "Queridos "ayatobispos"" procedente de la sección "perdonen que no me levante" de Maruja Torres. No sé muy bien de que medio, pero supongo que debe ser del dominical del pais o medio anexo.
En el se escriben ocho párrafos. He leido un par de veces el artículo, y hasta los dos últimos párrafos no se aborda la cuestión. La cuestión que expone es los 13266216,12 euros que durante todo el año recibirá cada mes la IGLESIA CATÓLICA, de los presupuestos generales del estado. 
La señora Torres lo tiene muy fácil para que la IGLESIA CATÓLICA no reciba ningún euro de los presupuestos generales del estado. Solo tiene que convencer a los más de siete millones cuatrocientos mil españoles que ponemos la cruz en la casilla correspondiente de su declaración de hacienda. Si no hubiera ninguna crucecita, la IGLESIA CATÓLICA no recibiría nada de nada. Sin embargo, a mi no me ha convencido para que deje de hacerlo y para no poner esa crucecita en esa casilla. 
Yo marco esa cruz, porque constato que la IGLESIA CATÓLICA está volcada con los pobres del mundo, de ESPAÑA también. Las dos terceras partes de los servicios sociales de este estado laico envía a CARITAS (a la IGLESIA CATÓLICA) a los que acuden a ellos. Los pobres en ESPAÑA siguen yendo a pedir a las puertas de las IGLESIAS. No van a las puertas de la señora Torres, ni tampoco a las puertas de las sedes de los partidos políticos, ni a las puertas de las sedes de los sindicatos. Los pobres saben donde ir para conseguir ayuda y sobre todo cariño, afecto, ternura y AMOR. También lo saben los pobres del mundo, donde los pobres son atendidos por sacerdotes y seglares católicos, atendidos y amados, en los rincones más ignorados, marginados, necesitados y olvidados de Asia, África, América y todo el orbe, si de esos sitios que no salen en la tele y que existen. Misioneros católicos, IGLESIA CATÓLICA, están ahí, no está la señora Torres, ni los sindicalistas europeos, ni tampoco afiliados a los partidos políticos. Están ahí día tras día, sin hacerse fotos, porque no les da tiempo, hay mucho que hacer. Todos estos argumentos y muchisimos más son los que me convencen de que marque en mi declaración la casilla de la IGLESIA CATÓLICA. 
Sin embargo, los argumentos expuestos por la señora Torres en este artículo, no pueden tapar todas estas evidencias. 
Otra cuestión de la que deseo dejar constancia aquí, también con mucho cariño es mi afecto, mi admiración, y mi respeto hacia el obispo de Tarragona por defender la dignidad y los derechos de gays y mujeres. Muchas gracias por alzar su voz alta, clara y valiente. DIOS le bendiga.

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