jueves, 4 de septiembre de 2008

CULTURA

He acabado por no saber exactamente que eso. Al escribir "eso", me refiero a la cultura. Parece que todo vale. Cualquier cosa debe ser, supongo. Cuando era pequeño, había personas mayores que no sabían leer ni escribir. Sin embargo, algunas de estas personas sabían el nombre de cada pájaro y de sus costumbres, de cada planta el ciclo vital de cada una de ellas y sus utilidades, sabían el nombre de cada colina, de cada sendero, de cada loma, de cada otero. No me cabe la menor duda que para llegar a poseer toda esa vasta cultura, se necesita un serio y riguroso esfuerzo intelectual. Aparte, por supuesto, de una intensa curiosidad por lo que le rodea, y por el conocimiento. A esas personas yo las considero personas muy cultas. Atesoran un enorme saber. Pero no solo lo acumulan, no son meros acumuladores. Ellos consideran esos conocimientos como fuente de gozo, placer, madurez, plenitud y gran enriquecimiento. Porque ellos potencian el conocimiento y la compresión de si mismos, de los demás, de su entorno, de la realidad y del acercamiento a la VERDAD. OBVIO, todas las personas de ese entorno, no sentían esa inquietud intelectual. Con bastante frecuencia suelo ir a exposiciones, al teatro, y otras serie de acontecimientos culturales. Normalmente suelo ir con actitud de cateto, con curiosidad por aprender. Incluso, antes, incluso iba a la inauguración de dichas exposiciones. Ahora ya he dejado de ir. Explico la razón. Con cierta frecuencia, en esas inauguraciones, encontraba corrillos de personas afines, conocidas del artista. Corrillos de personas vestidas de puro diseño. De lo último que se ve en los escaparates. Bueno incluso de lo que no llega a los escaparates, porque se lo quedan ellos. Pues sigo. Yo suelo ir solo a estos eventos. Bueno, en realidad pues a todas partes. Escribía describiendo a una parte del público que asiste a las inauguraciones de artistas IN. Esos corrillos de los que escribo sacan de dentro de mí, mi parte más chismosa y barriobajera. Pido disculpas. Y después de haber disfrutado, ( o padecido, según la exposición), empiezo a pulular por ahí (me creo que muy sutilmente, a saber si se me nota muco el plumero), y escucho las conversaciones de esos corrillos. Corrillos a los que, (supongo que nunca podría acceder). Lo supongo porque yo voy con mis pantaloncitos y mi camisita (a veces de mercadillo). Cosa, que por otra parte tampoco me menoscaba mi autoestima. Pues sigo. Como decía, pululo por ahí, y pongo la oreja en las conversaciones de esos determinados corrillos. AHÍ, ahí es donde me entero de los lugares mas IN, de la ciudad. Reconozco, que antes, ponía la oreja, porque quería aprender lo más que pudiera. Pero descubrí, que de lo que acababa enterándome era de chismes de persona que no conocía, (ni ganas), y de los locales que estaban a la última. Reconozco que, en ese sentido suelo parasitar bastante. Cuando voy al PRADO, por ejemplo, y veo a alguien que da una explicación de un cuadro, me quedo embebido escuchando lo que dice. ¿Una persona culta es ponerse un modelito e ir a la inauguración del artista más IN del momento?. Para mi ser culto, la cultura es algo que requiere un profundo, riguroso, e intenso ejercicio intelectual. Y, sin duda alguna ese inmenso esfuerzo, es siempre fuente de GOZO, PLACER y PLENITUD humana, interior y personal. No quiero terminar esta entrada, sin dejar constancia de que en la exposiciones, he podido contactar con personas muy enriquecedoras. Creo que esta entrada mía tiene un tanto de venenoso, así que quiero ser ecuánime para finalizar. Y quiero concluir escribiendo, que hace bastante tiempo que he dejado de ir a las inauguraciones de exposiciones. Bueno, es que en las de más POSTÍN, no te dejan entrar. Alguno podría pensar en la fábula de la zorra y las uvas. La zorra al no poder alcanzar las uvas, se dijo: " Están verdes". La diferencia, es que al día siguiente de la inauguración, siguen estando dentro todas las obras.

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